Es muy interesante ver la controversia y el debate que han generado Wikileaks y el grupo de Anónimos (Anonymous) en los últimos días.
Ver las noticias me hace darme cuenta de que muchos individuos no se están haciendo las preguntas correctas. De nada importa decidir si Wikileaks hizo algo correcto o incorrecto. Tampoco importa el saber si Assange merece ir a la cárcel. Lo que realmente vale la pena analizar es la tendencia irreversible que está ocurriendo. Es mejor darnos cuenta que vivimos en una sociedad transparente que intentar ocultar nuestros secretos.
Condenar a Wikileaks tiene el mismo impacto que tuvo el condenar a Napster a finales de los 90s. Si bien es cierto que Napster dejó de operar y terminó en bancarrota, la industria de la música no pudo combatir un futuro totalmente determinístico. Napster demostró que las personas iban a dejar de comprar discos y una vez que una idea llega a la mente de las personas, es imposible detenerla.
El día de hoy es Wikileaks; mañana será otro grupo. Nuestra sociedad se dirige a un lugar en el cual la transparencia será el pan de cada día. Las redes sociales, la telefonía móvil y el cloud computing son catalizadores que no podemos detener y que están teniendo un impacto dramático en nuestra vida.
En lugar de pensar en mejores maneras de ocultar nuestros secretos, es mejor pensar en cómo ser transparentes sin hacernos daño. Esto no aplica solamente al gobierno norteamericano sino también a nosotros como individuos.
No debe sorprendernos el que en un futuro no muy lejano nuestro nivel de ingreso, nuestras preferencias de consumo e incluso nuestra secuencia de ADN sean del dominio público. Con 6.5 billones de personas rodeándonos y con el potencial de grabar nuestras acciones, es imposible el ocultarnos.
Evitar las redes sociales o mantener nuestro perfil privado sirve de poco. Solamente se requiere de un algoritmo para analizar nuestras preferencias, nuestra edad y grupo de amigos; todo esto sin tener acceso a nuestra cuenta.
Por otro lado, hay que entender que el darle poder a los ciudadanos trae consigo el surgimiento de grupos como el de “Anónimos”.
Para las personas que no entienden la definición de “Anónimos”, esta sociedad parece ser que se originó en los foros de 4chan. Nadie es miembro y todos son miembros a la vez. El escribir nuestra opinión en un foro nos hace parte del grupo. Todas las personas que tienen voz en el ciberespacio son en cierta forma parte son parte de la consciencia colectiva de los cibernautas. Compartir un link, publicar un post, o mandar un mensaje en Twitter tiene el potencial de influir las ideas de las personas y por ende nos hace parte de esta masa.
Al igual que con Wikileaks, no es posible combatir esta tendencia. Es mejor aprender las implicaciones de la misma y prepararnos para evitar ser tomados por sorpresa. Es mejor empezar a crear nuestra presencia en la red y crear una reputación antes de tener que requerirla.