Pirámides, pueblos coloniales y visitas a amigos. Así se resumen mis últimos días en los que estuve en varias ciudades de México con mi novia. Tras estas dos semanas puedo afirmar que ser guía es muy distinto a ser turista.
Explicar la razón de ser de todo lo que nos rodea me hizo entender mejor mi cultura. ¿Cómo explicar el albur a un extranjero? ¿Cómo explicar la importancia de la fiesta? ¿De qué manera explico que el mexicano no es racista sino que en realidad se burla de todas las razas y personas incluyendo la propia?
Enseñar es aprender dos veces.
Recuerdo que usaba esta máxima cuando les pedía a mis amigos que me explicaran una fórmula o un concepto antes de un examen. Tras enseñar mi cultura, creo que yo también he aprendido en el proceso.
Los árboles de la vida, el origen de Coyoacán o el significado de las trajineras. En ocasiones el aprendizaje no viene de aprender la historia o el significado de un lugar sino de escuchar las preguntas que se originan por tener una perspectiva distinta.
¿Por qué el menú está en inglés si estamos en México? ¿Por qué hay una misa antes de una fiesta? ¿Por qué las mujeres se arreglan en demasía? Tener sensibilidad cultural requiere de entender no solamente a la otra cultura sino a la propia.