El día de ayer una compañera del trabajo organizó una cena de despedida en mi honor y este sábado habrá otra reunión/fiesta para despedirme junto con otros tres amigos que también van a dejar la empresa.
La cena fue esplendida. Mis amigos bromeando me regalaron un gorro de esquimal (similar al de la foto) para soportar el clima de New Hampshire y tuve también el honor de conocer la hermosa familia de mi colega.
Dicen que el que mucho se despide pocas ganas tiene de irse.
A pesar de que he alargado este momento no por días sino por años, el día de hoy ha llegado mi último día en McKinsey.
Escribir tarjetas de agradecimiento a mis mentores. Devolver mi computadora, mi Blackberry y mi pase de entrada. Limpiar mi escritorio y cumplir con los requisitos del departamento de recursos humanos. Escribir un correo de despedida a mis colegas. Nunca me imaginé que llegaría este día.
¡Cuatro años!
Sé que es cliché, pero todavía recuerdo aquel día en el que llegué a Boston solamente con mis maletas. Era un día de invierno y recuerdo haber pagado en aquel entonces lo que hasta ese momento fue el taxi más caro de mi vida.
Mi meta era quedarme por tan solo 2 años y hacer una maestría en Europa lo antes posible. El tiempo me cambió y al parecer la empresa logró su misión (al menos conmigo) de construir una firma que “atraiga, desarrolle, excite y retenga” a sus empleados.
De una forma u otra, el trabajo siempre fue interesante y me hizo quedarme por más tiempo del que esperaba. Dicen que el primer paso que se debe dar para comenzar un MBA es estar dispuestos a dejar de lado el confort de un trabajo estable y una carrera profesional prometedora.
Me fue difícil dar ese primer paso y admito que tengo la incertidumbre de saber si mi siguiente etapa será igual que esta que termina. Quizás sea demasiado optimista, pero creo que este será el caso.
La siguiente etapa será mejor que la que termina. No lo dudes.
Tengo un gorro como el tuyo.
awww.. nos va a ir bien.. si se puede, mejor.. y siempre se puede, ya veras =)