Desde hace varios años es común el escuchar que Brasil es uno de los países del futuro. Desde que Goldman Sachs creó el término “BRIC” (Brasil, Rusia, China e India) a inicios de esta década, Brasil ha capturado la atención del mundo.
Tener altas tasas de crecimiento económico, ser la sede de las olimpiadas y el mundial de fútbol y ser la quinta nación con mayor población en este planeta, hacen que Brasil sea la tierra prometida de los inversionistas.
Díganme pesimista, pero no creo que Brasil pueda mantener el éxito que está teniendo. Creo que Brasil se encuentra viviendo aquella luna de miel que México vivió en los noventas.
Recuerdo que hace 15 años México recibía la misma atención que Brasil tiene en estos momentos. Teníamos recursos naturales, Habíamos firmado un tratado de libre comercio con Estados Unidos, habíamos adoptado las políticas del Consenso de Washington y habíamos ingresado a la OECD. No éramos un país en desarrollo sino una nación desarrollada.
Los años pasaron y no logramos nada. En aquel entonces la mitad de la población se encontraba en pobreza al igual que en el presente. Hemos vivido dos crisis económicas y en los últimos años nuestros niveles de productividad se han desplomado. De ser el país del mañana, nos convertimos en un país que no tiene liderazgo regional.
Corrupción, desigualdad y falta de infraestructura y capital humano. Todos los mexicanos conocemos los problemas que nos impidieron alcanzar nuestros sueños. Lo que pocas personas se han puesto a pensar es que Brasil también tiene estos problemas.
Tras recorrer las calles de Sao Paolo, es fácil ver que la desigualdad es mayor que la que existe en México. Si comparamos el índice de GINI (indicador usado para medir desigualdad), nos daremos cuenta que Brasil es mucho más desigual que México.
Los niveles de corrupción y la calidad de las instituciones son similares en ambos países. Solamente me requirió ir a un par de ciudades para darme cuenta que la infraestructura es deficiente. De no ser por el idioma, pensaría que Brasil podría ser otro México.
Nosotros adquirimos grado de inversión en el 2002 y ellos en el 2008. México tiene un PIB per cápida (PPP) de 13,542 dólares y ellos uno de 10,456. La diferencia que existe entre ambos países es que Brasil va avanzando y nosotros retrocediendo.
Lo que deberíamos preguntarnos es qué tan factible es que Brasil siga avanzando.
Escribo estas palabras no como un mexicano que está celoso del éxito de nuestros vecinos. De hecho escribo porque quisiera que nuestros compañeros brasileños aprendan de nuestros errores para que no se conviertan en lo que nosotros nos convertimos.
M.
P.s. este post fue inspirado por este artículo del WSJ.
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Estoy de acuerdo contigo en tu diagnóstico. Lo de Brasil parece, como solemos decir aquí, pan para hoy y hambre para mañana.
Uno de estos días voy a escribir una entrada más detallada sobre este tema. Saludos
[…] desarrollo, Economía, Negocios trackback Como continuación del post que escribí el otro día (ver artículo), he decidido escribir esta entrada que contiene varios datos que reafirman mi hipótesis sobre el […]