
Me es difícil tomar fotos con una cámara digital. Aunque me considero una persona que abraza las nuevas tecnologías, no puedo evitar tener sentimientos encontrados con respecto a la nueva fotografía.
La fotografía era un arte en el cual teníamos que ser precavidos y estar seguros de que queríamos tomar una foto. Cada rollo tenía espacio para pocas fotografías. Revelar un rollo era una aventura ya que no sabíamos si nuestra visión había sido un éxito o si nuestra composición era tal y cómo nos la habíamos imaginado.
Pasar las fotografías a papel era un proceso en el cuál teníamos que pasar 1 o 2 horas en un laboratorio. La luz y la composición eran los únicos dos elementos que podíamos manipular para crear no una obra de arte pero si una buena fotografía.
Tomar fotos ahora es un proceso en el cual no pensamos y simplemente guardamos momentos sin ponernos a pensar si vale la pena hacerlo. Cada carpeta de mis viajes tiene al menos 500 fotografías. ¿Para qué quiero tantas si con 1 me basta?
La fotografía de ahora requiere pasar 5 horas frente a photoshop agregando y eliminando capas. Un experto en photoshop con una cámara cara puede ser considerado ahora un fotógrafo aunque esta persona no sepa distinguir entre el obturador y el diafragma de una cámara.
Por estas razones (y por la falta de acceso a un laboratorio mientras estudiaba) abandoné la fotografía por varios años. Seguía tomando fotografías, más ninguna con la misma energía que tenía hace 10 años.
El año pasado decidí darle una segunda oportunidad a la fotografía. Tímidamente empecé de nuevo a tomar fotos y volví a disfrutarlo cómo lo hacía en un pasado.
Parece ser que el secreto consiste en aceptar lo que la vida nos trae y resignarnos a que en ocasiones el pasado simplemente hay que dejarlo atrás.
Lo que digo, lo digo desde la perspectiva de la ignorancia; no tengo la menor idea de fotografía, de su técnica, de revelado… ni idea. Quizá, lo importante de una foto sea el mensaje. Al menos para la quiénes las admiramos… creo que las fotografías que han pasado a la historia recogen momentos exactos, instantes concretos, que nos llevan siempre a una reflexión. Quizá detrás de cada imagen halla un absoluto esfuerzo técnico, pero eso yo al menos no sabría valorarlo. Y sin embargo hayimágenes que me dejan absolutamente colgada de ellas. El contenido se nos queda totalmente prendido en la retina… quizá sea por la técnica, ya digo, soy ignorante en técnica fotográfica.
Yo esto lo veo parecido al boom del libro electrónico, al final es lectura. Y habrá que adaptarse… aunque a mi me guste tanto tocar el papel, su tacto, su olor… que me parece todo un mundo. Al final todo es hacerse a los cambios. Supongo que algo así te ocurre a tí con la fotografía. Y que tienes razón… quizá sea cuestión de ir adaptándose a lo que la vida nos trae.
El mensaje de la foto es el todo, desde sus colores, luz o perspectiva, da igual el modo técnico o tradicional en el que se sostenga, o lo elaborada que esté, la historia que recoge siempre seguirá latiendo. Digo yo…
Creo que tienes razón. El mensaje es lo que más importa.
Tu ejemplo de los libros me parece interesante ya que tus palabras son muy similares a las de un artículo que leí sobre el Kindle http://www.tnr.com/print/article/books-and-arts/kindled
En el artículo el autor dice que no se puede apreciar de la misma manera un libro en Kindle que en papel ya que hay ciertos libros en los cuales la tipografía, el diseño y los margenes están diseñados de manera que se pueda disfrutar más la lectura. No obstante, al leer libros electrónicos se pierde esta sensación ya que todos los libros tienen la misma fuente.
¿Es esto malo? Probablemente no, ya que aunque se pierden cosas se ganan otras como tener más acceso a libros.