El fin de semana fui a un concierto de András Schiff, un pianista Húngaro que vino a San Francisco. Un concierto al que no habría asistido de no ser porque mi novia compró un par de boletos y me arrastró al mismo.
Sobra decir que András Schiff es un pianista asombroso. Quisiera describir su concierto con la misma elocuencia que lo hace el folleto que nos dieron en la entrada, pero lo único que puedo decir es que fue impresionante el verlo tocar con tanta pasión y el ver la forma en la cual sus dedos se mezclaban con las teclas del piano.
Durante una parte del concierto me vino a la mente una anécdota que leí hace ya muchos años. En la misma una mujer se acerca a un músico famoso (no recuerdo su nombre) y le dice…
“Daría mi vida por tocar como usted”
Y el músico responde…
“Eso es precisamente lo que yo he hecho”
Leer la biografía de András Schiff nos muestra la misma historia. Pianista desde los cinco años, este músico es un maestro gracias a su esfuerzo. Aunque mi novia sospecha que András posee Sinestesia (una enfermedad que permite a una persona ver sonidos) dada la forma en la cual el pianista describe su concierto, no se puede negar que es imposible tocar el piano de esta manera sin miles de horas de esfuerzo.
Escribir lo anterior me hace recordar una frase de una película que habla precisamente sobre la diferencia entre tener un don y ganarlo a base de esfuerzo…
Your powers are a gift from God or chance or a stray shot of sperm. A gift. Not earned. And you do not know what I know, because you have not earned those powers. You flaunt them and then you throw them around like a brat with his trust fund. You haven’t had to climb up all the grease balls. You haven’t been bored blind at fund raiser. You haven’t done the time and that first marriage to the girl with the right father. You think you can leap over all on a single bound. You haven’t had to bribe or charm or threaten your way to the seat at that table. You don’t know how to assess your competition because you haven’t competed.
Me queda todavía un largo camino, pero siento que me he dejado jirones de piel en el camino, sólo por perseguir un sueño. Hay recompensa pero también mucho esfuerzo.
Me encantaría escuchar a este pianista; he oído maravillas de él.
Me alegra que S. Francisco te ofrezca esas oportunidades.