El día de ayer estaba leyendo que los aviones espía del ejército norteamericano fueron hackeados por insurgentes iraquíes. Lo vergonzoso del asunto es que no se requería de expertos en criptología o redes para hacerlo. De hecho, hasta un niño de 14 años lo hubiera podido hacer ya que lo único que se necesitaba era un software de $25 dólares cuyo objetivo original no era interceptar secretos miliares sino descargar música.